Teresa Morales y la fundidora fantasma de Kallutaca: más de $us 34 millones enterrados sin resultado

Teresa Morales y la fundidora fantasma de Kallutaca: más de $us 34 millones enterrados sin resultado

La Paz, 14 de abril de 2025.- La Planta Fundidora de Chatarra de Kallutaca, presentada en 2014 por la entonces ministra de Desarrollo Productivo, Teresa Morales, prometía transformar el país: fundir chatarra localmente, reducir costos metalmecánicos en un 30% y generar 200 empleos directos. Diez años después, la planta no solo nunca entró en funcionamiento, sino que representa un desfalco de más de 34 millones de dólares al Estado boliviano. El proyecto se convirtió en otro símbolo de la mala gestión pública.

La empresa estatal “Sank’ayu” fue creada específicamente para administrar esta planta, sin un estudio técnico serio que avalara su viabilidad. La inversión de más de Bs 241 millones provino del Fideicomiso FINPRO, gestionado por el SEDEM (Servicio de Desarrollo de las Empresas Públicas Productivas). Hoy, no hay producción, no hay empleos, no hay retorno de inversión. Lo único que queda es una infraestructura incompleta y abandonada.

Las consecuencias económicas son graves. El Tesoro General de la Nación emitió Bonos del Tesoro para respaldar el préstamo otorgado al SEDEM. Esto significa que, ante el incumplimiento del proyecto, los fondos públicos están cubriendo la pérdida. Es decir, fue la ciudadanía la que terminó pagando por este fracaso. El expresidente Evo Morales llegó a declarar en 2015: “Me he sentido engañado, defraudado por la exministra de Producción”.

No es el único proyecto fallido de Teresa Morales. Durante su gestión también dirigió la empresa estatal Enatex, que terminó cerrando en medio de escándalos por falta de rentabilidad, despidos masivos y deudas impagas. A ello se suman denuncias por mal manejo de recursos públicos y decisiones arbitrarias en la administración de otras iniciativas productivas impulsadas durante su paso por el Ministerio.

Lejos de rendir cuentas, Morales nunca asumió responsabilidad por estos multimillonarios fracasos. Mientras tanto, Bolivia continúa exportando chatarra e importando productos transformados desde Perú y Brasil, como si la famosa fundidora de Kallutaca jamás hubiera sido anunciada. Porque en la práctica, nunca lo fue.