Bolivia, 17 de junio de 2024.- Allá dentro del bosque Abayoy —considerado casi endémico de Bolivia— en la Chiquitania, hay miembros de un pueblo indígena en aislamiento voluntario: los Ayoreos. Se dice de ellos que recorren estos parajes, situados en el interior del Área de conservación e importancia ecológica Ñembi Guasu, y dejan indicios de su presencia con una sandalia que alguien halló, o una colmena a la que recién le extrajeron la miel. Su única protección es un decreto aprobado en 2012.
En ese territorio, caracterizado por su clima cálido-seco, quedan cada vez menos cuerpos de agua, lagunas o charcos. Espacios donde una familia de peces —los Rivúlidos— viven en situaciones extremas, ya que en algunos casos, basta con que la hembra desove en un poco de tierra húmeda o barro, para que en una siguiente lluvia, las crías nazcan.
Aún no todas las especies de Rivúlidos han sido estudiadas, pero hace cinco años, Heinz Arno Drawert y Carlos Ergueta, investigadores del Museo de Historia Natural “Noel Kempff Mercado” de Santa Cruz, recogían datos de biodiversidad para la creación de Ñembi Guasu como área protegida y hallaron una especie que inicialmente creían, podía tratase de Australebias accorsii.
Carlos Ergueta en busca de rivúlidos en una de las más de 40 pozas muestreadas en la zona.
Esta había sido descrita en 2015, pero tal trabajo tenía poco sustento científico, porque los autores tomaron ejemplares de un solo lugar, explica Drawert a La Región. “Incluso se creía que era una especie no válida, que estaba confundida”.
Tras estudiar nuevamente a A. Accorssi, los expertos redescribieron sus características, y ¡oh sorpresa! hallaron que en sus manos tenían una nueva especie para la ciencia.
Fuente: La Región