La Paz, 12 de julio de 2025.- Las recientes declaraciones de Evo Morales, en las que volvió a denunciar un supuesto fraude electoral, desataron una ola de reacciones y críticas desde distintos sectores políticos y ciudadanos. Para muchos, resulta irónico que el exmandatario se presente como víctima, cuando aún pesa sobre su figura el recuerdo del polémico proceso electoral de 2019, anulado tras un informe de la OEA que evidenció irregularidades graves.
Diversas voces calificaron de “cinismo político” sus afirmaciones y recordaron que fue precisamente Morales quien intentó perpetuarse en el poder pese al rechazo del referéndum de 2016. Las elecciones de ese año terminaron en una grave crisis institucional, que derivó en su renuncia y salida del país. Hoy, con la mirada puesta en los comicios de agosto, el tema del fraude vuelve a instalarse, pero en un contexto muy distinto.
Desde la oposición y colectivos ciudadanos se advierte que, una vez se celebren las elecciones, se impulsarán acciones judiciales para que Morales finalmente rinda cuentas ante la justicia. La demanda por memoria, verdad y reparación en torno a los hechos de 2019 sigue vigente en amplios sectores de la sociedad boliviana.
En medio de un escenario político fragmentado y polarizado, las declaraciones del exmandatario no solo reavivan tensiones, sino que también refuerzan el debate sobre la transparencia electoral y la necesidad de justicia pendiente. Evo Morales, lejos de cerrar el capítulo de 2019, parece decidido a reescribirlo a su favor.