Bolivia, 11 de octubre de 2024.- Mujeres de distintas comunidades dejan a sus hijos para defender sus hogares y bosques. Son bomberas o lideran grupos que enfrentan las llamas en los diferentes municipios
Mientras el fuego avanza implacable, comunarias dejan a sus hijos para enfrentar las llamas y salvar la casa grande. Se colocan en primera línea para defender a sus comunidades y a los bosques, que son su hogar y sustento.
Algunas sin más herramientas que palmas o ramas, otras con machete en mano y mochilas forestales se adentran en el monte, donde el fuego avanza.
“Salimos a defender el bosque, la fauna, la flora y toda la biodiversidad, porque el territorio es nuestra casa grande, donde vivimos, y si no tenemos bosque, no hay agua y no hay vida”, dice Ignacia Supepi, cacique de la comunidad Río Blanco de la TCO Monte Verde, en Concepción, que estuvo al frente del fuego por más de dos meses.
Con sus 38 años tiene una familia numerosa, pues con su esposo cuidan de sus siete hijos, cinco son biológicos y a dos le abrieron su corazón para que ellos también formen parte de su hogar. El mayor tiene ya 21 años y el último cuatro.
La lucha por los suyos la ha llevado a ganarse un espacio en la dirigencia, toda vez que es el tercer año que está como líder en su comunidad, donde se organizan para salir a defender sus áreas de copaibo y de cusi que les ayudan a sustentar a sus familias.
“Tenemos que defender hasta la comida, porque las llamas llegan hasta los chacos y todos quedamos afectados”, cuenta.
Su trabajo no es fácil, pero sus ganas por sacar adelante a los suyos, hace que cada día se levante con entusiasmo para vencer todos los obstáculos en su granja de chancho, en el sistema agroforestal que tiene, en sus sembradíos de maíz, arroz y plátano. También cría pollos y patos.
Para poder estar en primera línea recibió una capacitación básica de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN). “Somos seis mujeres en una cuadrilla”, dice orgullosa.
Se la ha visto llorar de impotencia viviendo cómo el fuego arrasó con los árboles que sembraron hace dos años, como parte del plan de manejo. Con el corazón partido mostró cómo los árboles de copaibo quedaron en cenizas.
“Tenemos un área de manejo de 2.500 hectáreas, donde en 2022 sembramos 17.000 plantines de copaibo, mara, cuchi y otras especies del plan de restauración. Todo se quemó”, manifiesta.
Fueron dos meses y 17 días que estuvo al frente de las llamas. “Nos íbamos a las 15:00 todos los días y estábamos toda la noche en el monte. Cuando era lejos nos quedábamos dos días”, relata Ignacia mientras comenta que se turnaban de cinco en cinco para dormir y se acostaban en caminos, porque necesitaban descansar un poco para continuar.