Bolivia, 02 de junio de 2025.- El chuño es mucho más que una papa seca: es uno de los alimentos más antiguos y resilientes del mundo andino. Esta joya de la alimentación se produce mediante técnicas tradicionales que combinan el frío nocturno de los Andes con el calor del sol, en un proceso que ha sobrevivido por milenios gracias a la sabiduría de comunidades de Bolivia, Perú, el norte de Argentina y Chile.
📜 Un legado milenario
Según el experto en diversidad genética Alberto Salas, el chuño nació casi al mismo tiempo que la domesticación de la papa. Las civilizaciones andinas aprendieron a transformar papas amargas y no comestibles en un alimento seguro, durable y altamente nutritivo, mediante un método natural de congelación y deshidratación. Esta tecnología ancestral permitía conservar los tubérculos por décadas… sin refrigeración.
🌱 Supervivencia en las alturas
En zonas que superan los 3.500 metros sobre el nivel del mar, los meses fríos y secos pueden significar la escasez de alimentos frescos. Allí, el chuño ha sido una reserva estratégica contra el hambre, asegurando la alimentación en tiempos difíciles. Su valor nutritivo es sorprendente: una papa de 100 gramos puede reducirse a solo 20 gramos de chuño, pero con casi todos los nutrientes intactos.
🔬 Nutrición compacta y uso actual
El chuño concentra carbohidratos, minerales, algo de proteína y vitaminas. Es ligero, fácil de transportar y tiene un lugar privilegiado en la historia: era parte del alimento oficial del Tahuantinsuyo, almacenado en los tambos y llevado por los chaskis. Hoy en día, sigue presente en recetas tradicionales como el caldo de chuño o el picante de chuño, y representa una conexión viva con la resiliencia de los pueblos originarios.
🧠 Dato extra
¿Sabías que el chuño puede durar hasta 20 años si se guarda seco? Existen dos tipos principales:
Chuño blanco, lavado y secado al sol.
Chuño negro, que conserva su color oscuro por no ser lavado.
Un pequeño bocado con miles de años de historia.