El bordado del traje del Chuta, una joya cultural de la familia Altamirano con más de un siglo de historia

El bordado del traje del Chuta, una joya cultural de la familia Altamirano con más de un siglo de historia

Por: Daisy Reyes Dorado Criales

La Paz, 23 de febrero de 2025. – En medio del compás de agujas, del sonido cadencioso de las máquinas de coser, y cubierta del polvillo típico de telas, lanas, escarchas y los hilos que están presentes en todos los bordados, Lucy Altamirano Apaza revive sus días de niñez y juventud, en un romántico relato de algunas indicaciones que daba su papá don Hugo Altamirano Ticona, para ir enlazando los hilos en telas coloridas que se bordan año tras año, para dar paso al traje del Chuta y el carnaval.

Una vitrina de disfraces y las paredes blancas de su tienda sirven para exhibir diversos trajes del chuta carnavalero, que parecen estar danzando al son de cada uno de los relatos. Es ahí, en ese lugar que explica cada uno de los detalles de la confección de los trajes de chuta: “Cada uno de estos disfraces, siempre los hemos trabajado con las mismas indicaciones que daba mi papá, como herencia de los que mi tío abuelo Juán Altamirano Carrazco también le enseñaba”, relata la bordadora.

Corocoro, es la tierra de origen de la confección de estos trajes. Allí, mientras uno recorre sus calles empedradas, va sumergiéndose en la historia del Chuta y su compañera la cholita, cuyos trajes han sido confeccionado por décadas por la familia Altamirano:  “Aún permanece en pie la casa de mis abuelos, donde ellos han dado vida, vistosidad, colorido y forma, a la vestimenta del Chuta y su pareja” relato que rompe el paisaje agreste del minero.

Si bien la familia Altamirano, no se constituyen en los creadores del traje de chuta como tal. La herencia, tradición y cultura heredada por generaciones, hace que se conviertan en los mayores exponentes de la confección única de estos trajes, que son denominados como los “Chutas Originales de Corocoro”.

En busca de mejores días

Cuando Don Hugo Altamirano Ticona, padre de doña Juana, decidió emprender viaje a La Paz para buscar mayores oportunidades, dejó atrás lo que hasta ese momento era su mundo: las minas de Corocoro, donde entre otras actividades se dedicaban a la confección y bordados del traje del Chuta, tradición que con el tiempo la llevaría consigo a la ciudad.

“Bordados Altamirano”, “ha estado presente en la zona de Villa Victoria desde antes de 1952”, menciona doña Lucy, quién además nos cuenta que el Colegio Italia, que está detrás de su casa, realizó varias entrevistas a su papá don Hugo Altamirano como uno de los fundadores del barrio. En una monografía que le hicieron, se menciona que “él llegó desde Corocoro y comenzó a bordar junto a su esposa, con quien conformó una familia con varios hijos varones y una sola niña”.

Con una sonrisa melancólica recuerda…“que, siendo una niña veía junto a mis hermanos, que mi padre llegaba cansado del trabajo, y mi madre Inés Apaza Clemente, aunque no era hija de bordadores, lo impulsaba a continuar con la tradición. Ella provenía de Hayuma, pero juntos lograron mantener viva esta herencia familiar. Acaso no eres hijo de bordador, tienes que bordar pues, siempre le decía”

Hoy en día, yo y mi hermano Juán continuamos con esta labor, realizando el bordado y la confección del traje del chuta y las jubones (chaquetillas). Además, intento innovar, tal como me enseñó mi padre: Tienes que innovar, siempre me decía…”

EL CHUTA

La conversación prosigue, doña Lucy explica que la confección de los trajes de Chuta sigue un molde característico que define su identidad. La chaquetilla es de talle corto llegando hasta la cintura, mientras que el pantalón presenta un diseño abombachado en la parte superior y ajustado en la inferior, con una distintiva abertura en la parte trasera del bota pie. Los bordados iconográficos que adornan estas prendas no solo embellecen el traje, sino que también transmiten una profunda riqueza cultural.

Doña Lucy, sumergida en sus recuerdos y dejando escapar un profundo suspiro, evoca la memoria de su padre. Relata, cómo los diversos trajes de Chuta se confeccionaban con un forro interno de tela de tocuyo o de aquellas utilizadas en los quintales de arroz y harina que llegaban a la pulpería de la mina. Como material principal, se empleaban telas de paño, felpa o bayeta de la tierra. Años después, comenzaron a usarse paños de la fábrica Soligno y Forno.

En cuanto a los colores, ella aclara que en las telas elegidas deben resaltar los matices de la tierra y de nuestra Pachamama, es decir, el verde y el rojo armoniosamente combinados. Son estas texturas y acabados, los que permiten un entrelazado ideal para el bordado, con colores en degradé que reflejan nuestras propias costumbres.

En cada “bordado se  muestra el surco de la siembra, la flora y la cosecha; los animales que embellecen la naturaleza del lugar: pájaros, mariposas, flores como el diente de león y otros; también se muestra la canasta para el recojo de la cosecha”, entrelazado perfecto que da paso al traje original del Chuta Corocoreño.

EL JUBÓN DE LA CHOLA (chaquetilla)

El jubón de la chola también llamada chaquetilla, acompaña al traje del chuta y se distingue por su bordado fino con mostacillas pequeñas, que resaltan la elegancia de las señoras de antaño en Corocoro.

Nuestras abuelas “diseñaron la chaquetilla de la chola corocoreña con un corte tipo corsé, ajustado a la cintura, en contraste con las chaquetillas actuales, que se asemejan a chamarras y se usan abiertas o más largas. La chaquetilla tradicional es entallada y corta, fiel al diseño original pensado por nuestras abuelas.

En su decoración también se “incluyen elementos de la cosecha, como el florecimiento de la papa, pajaritos, flores y surcos de siembra. Donde se destacan los pequeños bolsillos con bordados detallados y puños finamente adornados”.

Una característica notable de los jubones tradicionales es que “son finamente confeccionadas, con mostacillas que se van ensartándolas, contando una a una para dar forma a cada figura del bordado, por eso se tarda mucho en realizarlas. Su peso es notable, debido al forro, el bordado y las mostacillas, a diferencia de los actuales, que son mucho más ligeros. Además, el volado del jubón está diseñado para dar forma a la cintura de la chola, a diferencia de las versiones modernas”, explica doña Juana.

Prosigue, “nos esforzamos por mantener el diseño original del jubón, elaborándolo y bordándolo a mano en un solo color de tela, manteniendo el talle a la cintura, lo que permite que la prenda se eleve con el uso de la pollera. Sin embargo, la única variante que hemos introducido es el uso de brillos, perlas o encadenados en lugar de mostacillas, ya que bordarlas requiere agujas muy finas y un trabajo minucioso de ensartado, lo que prolonga su confección”.

Asimismo, comenta que, “en la actualidad, se ha distorsionado el traje del chuta y su cholita, incorporando elementos ajenos a la tradición, como botas y sombreros de estilo mexicano o chaquetillas de dos colores. Sin embargo, en gustos no hay imposiciones. Durante las entradas de carnaval se pueden observar estas variaciones, así como cambios en los pasos de baile. A pesar de ello, nosotros nos esforzamos por preservar la esencia del traje”.

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LA MÁSCARA DEL CHUTA

La máscara del chuta posee un profundo significado histórico, el cual también es comercializado por Bordados Altamirano. Al respecto, doña Lucy, menciona que la máscara es confeccionada en Corocoro por la familia Chavarría y sus rasgos reflejan la influencia de extranjeros que habitaron la región, como franceses, ingleses, libaneses, peruanos y chilenos. De esta influencia surgen sus rasgos característicos: ojos celestes, piel clara y rosada, bigotes y patillas similares a los jefes de antaño de la empresa minera.

El falsete característico del Chuta también tiene una raíz histórica. Simboliza la manera en que los jefes extranjeros se comunicaban con los trabajadores, hablando un español precario y sin conocimiento del aymara. Del mismo modo, los sacerdotes de la época enfrentaban barreras lingüísticas, pero aún así lograban hacerse entender, de ahí que el falsete es la imitación jocosa y rimada del modo de hablar de los extranjeros que se establecieron en Corocoro.

MANTENER EL ESTILO, LA TRADICIÓN E HISTORIA

Los trajes y bordados Altamirano permanecen en la cultura carnavalera de La Paz y la tradición histórica de Corocoro.

Y es que el tipo de bordado tan particular del traje del Chuta, así como la combinación armónica de sus colores,  refleja la majestuosidad y la riqueza cultural e histórica de esta vestimenta, constituyéndose en el emblema patrimonial del carnaval andino de Bolivia, que atrae a quienes valoran las tradiciones de los pueblos. Vestimenta tradicional que engalana a sus principales clientes entre comerciantes, folcloristas, transportistas y mineros, entre otros, que residen en ciudades como La Paz, El Alto, Corocoro y diversas localidades.

Al respecto y a manera de anécdota, doña Lucy cuenta que este año 2025, ha “confeccionado un traje para una comparsa de Caquiaviri cuyo representante ganó el concurso y nos sentimos muy orgullosos de que esté llevando el traje Corocoreño… es muy bonito, yo lo veo y me gusta, la verdad, cómo baila, cómo lo disfruta y eso es lindo para nosotros”, este hecho es trascendental, pues no hace otra cosa que reivindicar que: COROCORO ES EL ORIGEN, DE LA DANZA, EL TRAJE Y LA MÁSCARA DEL CHUTA.

Agradecimientos al Comité de Defensa del Patrimonio Cultural e Histórico de Corocoro, al Sr. Rogelio Altamirano, sin cuyo apoyo, no hubiera sido posible este relato.